sábado, 25 de octubre de 2008

Le Cordon Bleu


A los 5 años yo sabía, de corazón, que iba a ser una veterinaria… tal vez antes, solamente que no lo recuerdo.

Por cosas que pasaron cuando estaba en segundo curso (léase: violencia física cuando intentaban diseccionar una paloma en mi presencia) decidí que jamás podría lidiar con la muerte de un animal con madurez. Ahora que lo pienso, es lo que todos pensaron y yo me lo creí por default.

Un año después llegó la iluminación que dura hasta ahora. Arquitectura. No voy a detallar el porqué, porque la verdad… mi razón es risible.
Con esa convicción, no sufrí lo de la mayoría de graduados: Y ahora?. Yo sabía perfectamente lo que iba a suceder. Yo entraba a la universidad sin complicaciones y luego ya vería. Un día a la vez.
Así pasó. Entré, cero complicaciones, cero dudas.

Siete años después estoy graduada y trabajando. A lo largo de ese tiempo fueron talvez 47363 las veces que me cuestioné si eso realmente era lo mío. Tanta duda le atribuyo, sin miedo a equivocarme, a la falta de sueño que produce el solo mencionar la palabra “entrega” (de proyectos, de arquitectura, of course, my horse).
Estuve dos años fuera de la facultad (las causas talvez sean motivo de otro post) y al salir me fui decidida a no volver más. Dos meses después de irme sabía que volvería, sabía que me graduaría.
Sobreviví y en fin, aquí estoy.

Desde el día en el que volví a la facultad, las dudas fueron casi inexistentes. Hasta hace una semana.
Este tipo de obras tiene mucho costo social me dijeron cuando me vieron preocupada.
Costo social pues guambra!, me dijeron cuando regresé a ver incrédula. El personal de staff, palabrita que he escuchado hasta la saciedad convenciéndome que es mejor escuchar eso a “los técnicos”, me contó cómo habían sufrido a lo largo de los años con la vida de campamento y con obras fuera de la ciudad. Es duro guambra, ya has de ver; ahora que estás joven y no tienes familia estás feliz, pero ya has de ver cuando no puedas estar en el cumpleaños de tus hijos por sacar un proyecto adelante.

Cómo decirles a esos cabezas de chorlito que eso es lo que menos me interesa ahora?. Seguramente si comparto mis dudas dirán lo que ya he escuchado de profesores e inclusive de mi papá: eso es al principio, pero ya te has de acostumbrar.
No puedo lidiar con algunas cosas, simplemente no puedo hacerlo. Me expreso mejor: no me da la gana de aceptar ciertas cosas.

¿Porqué vivo en un campamento con 300 obreros y no sé sus nombres, mientras ellos conocen perfectamente el mío?, ¿Porqué si ellos me doblan la edad deben pedirme autorización para hacer algo que han hecho perfectamente bien millones de veces, mientras yo jamás he cargado un saco de hormigón?
¿Porqué cuando a las 6:30 de la mañana me recoge una volqueta llena de obreros soy yo la que definitivamente irá en la cabina sentada?
Porqué?, Porqué? Porqué?

Hoy cuando me pasaron el menú de la comida de la siguiente semana para que lo revisara, di una hojeada rápida y pregunté por el de los obreros. Silencio total. Obviamente no había menú de obreros. Siempre serán más importantes 15 pelagatos de staff que 300 obreros. Siempre.

Siempre?.
No me da la gana pues!, no me da la gana que el maestro Anita no sepa qué es lo que va a comer la siguiente semana mientras a mi me ofrecen medallones al ajillo. Váyanse con sus medallones y su cordon bleu al demonio!
Dónde está el menú de los obreros?... la grandísima!, dónde está?

Mientras salía del comedor sintiendo culpa, me fijé en el campamento donde duermen el maestro Anita, el Rony, el Quimi y los demás. No está tan mal para ser un campamento de obra, pero es claro que nadie se fijó en darles las comodidades que se merecen.
Luego vi impotente cómo les requisaban para su primera salida en la semana, mientras los de staff se quejaban de la desaparición de una cámara.

Todo lo vi… y no hice nada.
No hice nada porque de valentía ya no me queda mucho… si fuese más valiente no tendría dudas y pensaría que soy yo la que va a cambiar las cosas.
Ahora tengo miedo, tengo muchas inseguridades que se traducen también a esta parte de mi vida y eso me enoja. Me enoja con todos. Y conmigo.

lunes, 20 de octubre de 2008

Sueños recurrentes

Últimamente no duermo mucho, no es por falta de ganas, sino por un mundo de trabajos auto impuestos que tengo que cumplir.

Las pocas horas que duermo te sueño, estos sueños siempre son intensos y confusos como todos nuestros contactos en el mundo real; después de pasar la noche contigo en mi cabeza, lo único que sé es que eres la única persona con quien quisiera despertar a mi lado.

sábado, 11 de octubre de 2008

No gracias

Zapatillas de cristal?

No gracias.

Prefiero estos de Manolo Blahnik